lunes, 27 de abril de 2009

cinco: esto no es un juego de niños


- Papá, ¿cómo te fue?
- Mal, mis superiores no aprecian la honradez ni respetan el honor y se burlan del sacrificio. Los principios éticos ya no valen nada en este país. Y me quedé sin cigarros.
- Papá, no me gusta verte así.
- Es difícil tener buena cara, R. es astuto, demasiado para la inteligencia secreta.
- No lo es, no se trata de encontrar al jefe malo, papá, ¿qué palabra se usa para decir que todos lo saben?
- Obvio.
- Obvio, obvio, obvio, ya me la aprendí, lo que hacen ustedes es obvio y lo que hace R. no es obvio porque R. está jugando con ustedes a las adivinanzas, le gustan los juegos porque es muy bueno jugando.
- Cazar al narco no es un juego de niños.
- Que sí, que sí, que sí, papá, que sí.
Alcántara bebe el whisky que su hermano le regaló en sus cumpleaños, saborea recordando mejores tiempos, aquella época en la cual el PRI todavía no perdía el poder presidencial. La corrupción estaba de la chingada pero vivíamos en paz, concluye antes de decidir ser un buen padre y seguirle la corriente a su hijo, ¿de qué otra forma un niño puede entender que la realidad no es un juego de niños? Que morir es una despedida sin regreso. Voy a jugar con él, lo derrotaré de la forma más fea, quizás así entienda que  el asunto está peor de lo que imagina. Si pierde con el perdedor de la guerra entenderá que no tiene posibilidades en la guerra real. 
Y el niño, como un mal perdedor, típica actitud de un hijo único, sale del cuarto, sale a la calle y grita.
- Me ganaste, pero empecemos otro, juguemos a las escondidillas.
Eso es, grita en silencio mientras cuenta hasta cien escuchando los pasos en dirección a la casa, justo cuando creía que me iba a la cama tengo una revelación. Las pesadillas se viven mejor despierto, el miedo está en la nitidez de los detalles que aún no he visto.
- Te encontré, ¿por qué te escondes en tu cuarto cuando podrías esconderte en cualquier parte de la calle?
- Papá, toma una parte de mis ahorros para que te compres más cigarros, tú me dijiste que los necesitas para pensar, pero a cambio, me metes en tu equipo de investigación.
***
Se escapó de la casa al enterarse que sus padres vendieron su consola sin avisarle, no les guarda ningún rencor, sólo quiere saciar su adicción pero sin palanquitas y botones en sus manos. Ser miembro nuevo de los Buenos Muchachos es la secuela perfecta para la última versión de Grand Theft Auto que casi acababa. Al aproximarse a un grupo de skatos que bebían cerveza Sol en la esquina otra vez es víctima de las burlas, todos se burlan de él, las chicas lo evitan. Son unos perdedores, no saben nada de Los Buenos Muchachos, buscaré en otra parte. Sale del pueblo caminando por la carretera hacia la ciudad, de la nada unas luces azules surgen del bosque negro. Tengo frío, espero que esa gente me ofrezcan un cafecito gratis.
Está perplejo, nunca fue tan fácil encontrar a Los Buenos Muchachos ni pensó que serían tan metaleros por incrustar en el tronco del gran roble calaveras de niños asesinados. Me robo dos, con tantas que hay ni cuenta se darán y mi bicicleta quedará mejor si las pongo en el volante, así será una moto de metalero de a de veras y me respetarán como si fuera un hijo de Slayer, a güevo, así los chicos de mi salón dejarán de molestarme.
- No toques eso.
- Yo quiero esas calaveritas.
- Consíguete otras, yo maté a los niños policía la semana pasada por eso son mías.
- ¿Vamos a matar niños? Prefería matar a los chavitos de mi salón.
- Si son los hermanos mayores de los niños policía puedes matarlos, ¿te unes?
***
- Un naco trajeado nos visita. Miren, es un naco acompañado de más nacos trajeados.
- Pinches fresas.
- Váyense, los fresas no son bienvenidos aquí.
- No somos nacos ni fresas ni una copia vulgar de Los Buenos Muchachos formada por una bola de pendejos, somos el narco, los auténticos Los Buenos Muchachos. Y no somos infanticidas, ¿alguno de ustedes saben lo que es eso?
- No pueden entrar.
- No necesitamos autorización, somos la autoridad. ¿Alguno de ustedes sabe qué es un infanticida? Levante la mano el que sepa, pero si responden incorrectamente mueren.
Nadie levanta la mano.
- Muy bien, son unos infanticidas incultos, merecen morir. Mátenlos.
Como los auténticos Los Buenos Muchachos son discretos y no desean despertar a los comuneros con el estridente escándalo de las ametralladoras, a golpes y patadas fuerzan a los aficionados a pararse en fila de ocho y unos instantes después los ven caer muertos por una bala que silbando perforó sus cráneos. Cuatro disparos silenciosos cumplen con la sangrienta tarea.
- R., sólo queda el jefe de los chavitos.
- No somos asesinos de niños, esa era la respuesta correcta.
- No eran niños sino el enemigo, dice el último sobreviviente con la esperanza de ser perdonado.
- Crucifiquen a ese falso profeta. Este lugar es perfecto para la familia, a nadie se le ocurrirá buscarnos aquí. Qué piensen que los masacramos por ensuciar nuestro nombre, qué sean tercos con el error disfrazado de acierto, nos harán reír un largo rato, ¿creen que ustedes sobrevivan a una sobredosis de risa incontenible?
- No mames jefe, tu mercancía es de lo mejor pero no sea codo, comparta más, dice uno de los sicarios.
- Y tú serás el Chulo porque me presentabas a las chicas más guapas de las escuelas en las que estuvimos.
- ¿Ustedes estudiaron juntos?, pregunta otro de los sicarios, el único en la decena que no está trajeado pero lleva tatuados en su piel los escapularios.
- No pendejo, fingíamos estudiar, adentro de las escuelas la droga se vende mejor que el pan caliente, afuera sólo los locos o los quemados nos compran. Si queremos ser grandes, hay que pensar en grande. La grandeza es caminar por las calles con normalidad a pesar de ser el blanco de todos por el valor de nuestras cabezas, ¿entiendes? Caminar y que no pase nada.
- ¿Qué te paso para que hables como un pinche viejo a los 21 años?, pregunta el más pequeño de los sicarios.
- Fácil, desde los dieciséis años me pongo pacheco todos los días viendo películas gringas que después de insertar el DVD en el reproductor aparece en la pantalla “this movie is only exclusive material for over 21 years”.
- Güey, tu inglés es malísimo, afirma el sicario más elegante.
- Por supuesto que sí, mi memoria sólo trabaja bien con el español. Y tú serás el Interrogador.
- ¿Por qué el interrogador? Yo no tengo talento para interrogar, interroga el más pequeño de los sicarios, ante el silencio de R. repite tres veces la misma pregunta.
- Por supuesto que sí, preguntas demasiado, no te costará nada aprender a interrogar, te sobra talento. Y a güevo tienes que aprender, alguien entre nosotros debe interrogar al enemigo que derrotemos, nadie es más indicado que tú, no por ser el más preguntón sino por hacer las preguntas más certeras. ¿Ven, todos pueden ver esa impresionante habilidad de preguntar cosas que siempre hacen menos importantes a las respuestas correctas?
- Este es el mejor trabajo que he tenido, gracias, soy el chulo más chingón de México, el chulo que no vuelve putas a las chicas de prepa sino que al terminar las clases selecciona a las que nacieron putas, R. era el despertar de su naturaleza lista para venderse.
- ¿Adónde están ahora? Pagaremos mucho por probarlas.
- No se los recomiendo, si las envío a satisfacerlos pensarán que ustedes son el enemigo que tienen que liquidar en la cama, son unas asesinas autómatas que no tienen otro patrón ni están conscientes que son libres de tirarse a quienes quieran.
- Genial, coitos asesinos, Chulo eres grande, haces bien puta a la muerte, R. eres el más grande de los grandes, con tu droga nos transportas a otra dimensión.
- ¿Cómo supiste adquirirla? Preguntan al unísono casi todos los sicarios con afán de independizarse y formar su propio cartel, la grandeza de R. los atemoriza hasta la médula espinal.
- Mi padre una vez me dijo que el vicio está en la parte más oscura de los hemisferios del cerebro. ¿Qué sector de la sociedad es la más corrupta?, me preguntaba con frecuencia, hace poco hallé la respuesta, ¿qué creen que sea? Morirá el que no diga nada.
- La seguridad.
- Los federales.
- Los agentes.
- Los detectives.
- Los inspectores.
- Los héroes.
- Los soldados.
- Los de la preventiva.
- Suficiente. Por eso nos urge comprar la justicia antes que Alcántara erradique la corrupción. Es un cabrón más cabrón que el diablo, por más viejo más sabe Alcántara. Por eso robamos los borregos cinco semanas después de asesinar a los impositores más patéticos que he conocido, requeríamos que alguien empezara a buscar más allá del pueblo para que denunciara la escena del crimen tras confundir la carne podrida con la de los borregos desaparecidos. Cómo conocemos muy bien al granjero sabíamos que mandaría a su estúpido hijo a buscar el ganado, pero en realidad él aprovechó la ocasión para buscarnos sin levantar sospechas, no es tan idiota como parece ser. El destino entendió el mensaje apresurando las cosas, por eso, la justicia nunca nos vencerá, somos más inteligentes que ella, la mantenemos ocupada esquivando nuestras balas.
- No tienes más hierba porque empiezo sentir una especie de sarna en la piel.
- Chulo, mátalo, éste no sirve, tiene la mente débil.
***
R. es un asesino despiadado pero es más inocente de lo que el oficial Alcántara cree. Y es indispensable comprender que la ira de perder a un hijo vuelve ciego a cualquiera, trotando se alejan de la realidad hasta extraviarse en el limbo, R. no asesinó a su hijo pero le facilitó la venganza, con el cuerpo putrefacto del falso profeta clavado afuera de la ventana de la cabaña roja del gran roble que está a fondo del huerto los campesinos pasan pensando que el Abuelo no ha muerto, sino que se ha vuelto loco, ¿quién no enloquecería tras desaparecer años sin decir nada a nadie? Es imperdonable regresar para crucificar coyotes en una cabaña abandonada porque los adolescentes ya no son unos niños que jueguen a los piratas del bosque, ahora prefieren perseguir chavitas o drogarse afuera de la secundaria. Y un día el aburrido hijo quinceañero del granjero aguanta el hedor mientras escala la escalera del tronco del roble, la curiosidad es una voluntad muy poderosa también muy estúpida, al ver los cadáveres corre feliz a la casa del cerro tratando de llegar antes que su papá parta a la carnicería que tiene en la ciudad para reclamar su premio: cuarenta litros de gasolina Premium para su Camaro.
- Encontré los animales que nos robaron.
Hace cinco noches saquearon el establo, el granjero en lugar de acudir a las autoridades se reúne con sus mejores amigos, propietarios de más de la mitad de las hectáreas que forman el municipio para hacer justicia a mano propia incendiando los hogares de los familiares del Abuelo hasta dar con él. El pariente que se adueñó del liderazgo que pertenecía al Abuelo reclama justicia en la delegación policial del pueblo. Unas horas después el oficial Alcántara arriba el pueblo con la acostumbrada inercia de cumplir una orden rutinaria, y para su sorpresa, verifica que la comida de gusanos no eran restos de los borregos sino de unos adolescentes asesinados de la manera más económica para no desperdiciar munición, muy al estilo característico de Los Buenos Muchachos, una sonrisa amarga desfigura su impasible rostro. Atrapar a los capos ya no es cuestión de pruebas, recompensas ni tiroteos épicos sino de no perder la cabeza durante la cacería.
***
Eduardo nos informará desde las oficinas principales de la A.F.I. ¿Puedes contarnos que está sucediendo ahora mismo en la sala de prensa?
- Con mucho gusto Javier, el oficial Alcántara atraviesa la puerta a ofrecernos una conferencia basada en el caso de Los Buenos Muchachos.
- Buenas tardes, sólo me presento para advertir a todos los ciudadanos que estamos muy cerca de atrapar a R., que gracias a su arrogancia se volvió muy descuidado. En pocos días la población mexicana volverá a vivir en paz, sin miedo de salir a la calle.
- Oficial Alcántara, ¿no es precipitado e imprudente aclarar algo que complica las cosas por la posibilidad de alarmar al crimen organizado?
- Disculpen, tengo una llamada urgente que atender, esto es todo por ahora. No más preguntas. Gracias a todos por venir.
R. apaga la enorme pantalla de plasma.
- Esos policías son más pendejos que el falso profeta, no entienden que estoy muy aburrido, que cometo errores por diversión, necesito más enemigos. Vamos a comprar a todos los policías que encontremos, si se rehusan, mueren.
Los primeros exclaman con la burlona convicción que un cuartel de narcotraficantes no es un juego de niños ni su jefe sería tan pendejo en cometer semejantes descuidos.
- Vayan a drogarse en otra parte.
Ofendido, R. da señales con la cabeza a su mano derecha, toda la banda agujera la patrulla hasta hacerla explotar. Antes de abandonar el atentado escriben con aerosol anaranjado fosforescente a unos metros de la patrulla Los niños nos desafían, los chavitos también pero nosotros queremos jugar con gente competente.
Y simultáneamente, Alcántara raya la pintura de su patrulla con el borde de la puerta de la cochera, su esposa llamó durante la conferencia de prensa para darle una gran noticia: su hijo ha reaparecido luego de cinco años de creciente angustia.
- Papááááááááááááaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Ambos se abrazan, al finalizar el gesto amoroso de padre e hijo, el niño da explicaciones muy infantiles, sin coherencia como la historia de planear una trampa para atrapar a R. creando un falso grupo de Los Buenos Muchachos pero todo salió mal. La creciente expresión de enfado en su padre lo obliga a soltar la verdad a medias, reservándose detalles más útiles como los niños que mandaron a masacrar para atraer a los perros de R. en un punto estratégico. El niño permanece callado, sospechando que su padre es lo suficiente honesto para arrestarlo y hacer caso omiso a las suplicas de su esposa. El silencio dura demasiado para creer que corre peligro entonces rompe el hielo de la forma más zalamera.
- Tenías mucha razón papá, R. no es un juego de niños.


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